Es enero … Ese mes donde te despedí.
En memoria de Vivina López. Mi abuela Materna.
Hoy me vino ese olor, ese recuerdo, esa presencia, sentí hasta el aroma del café , del viento, del barro, aquella casita, donde fui tan verdaderamente feliz, una casita que fue primero de barro y que con el tiempo pasó a ser de bloque, con ventanas de madera que se abrían de par en par, aquel olor a mi niñez, aquella luz amarilla, aquel jardincito a un lado, aquellas piedras inmensas que rodeaban el frente de la casita, donde tantas veces brinqué y me caí, donde me sentaba en las tardes a fresquear y jugar con lo que encontrara, potes, piedras, latas, aunque llevaba juguetes, prefería los coroticos viejos que encontraba.
Había también unas maquinas de música que me gustaba mirar, aquellas que mi tío arreglaba, unas rockolas, allí al lado en un cuartico donde me metía a entrepitear, aquellos muebles de mimbre, aquella mesa de comedor de madera usado, esa cocinita de dos hormillas, aquel radiecito arriba de la nevera y esas bolsitas guindando por todos lados para que los ratones no pudieran roer lo que había adentro, aquella arena amarilla que se le metía por los poros a uno, barría y enseguida la casa estaba llena de tierra, y esa imagen que me llega siempre : Esa doñita sentada a un lado de la puerta mirando afuera con sus vestiditos de flores, sin cierres, ni botones, hechos para meter por encima porque te estabas quedando ciega y no nos dijiste, eras tan delgadita, de tez clara y nariz aguileña, ojos negros amarronados, tenías unas piernas dignas de admirar, esos cabellos gris blancuzco largos que caían en trenzas amarradas con trapitos de tela que tu misma recortabas.
Podría dibujar la casa en estos momentos, así de grabada está en mi mente, así que cuando puedo voy a pasear por allí en sueños y hasta despierta como hoy.
Tenía dos cuartos, una sala pequeña donde cabían los muebles de mimbre rosados que mamá te regaló, una matita en el medio con un porrón de arcilla, unos cuadros en la pared, unas fotografías, unas cortinas en vez de puertas dividían cuartos y sala del comedor-cocina, habían allí dos estantes de madera , uno para guardar corotos y otro para la comida, el cuarto de ella con sus dos camitas, con su ropa en una cesta, su olor, sus paredes con ventanas de bloque por donde entraba la brisa de la tarde, ese cuarto donde tanto dormí.
En la cocina había una puerta grande de madera que daba al patio y cerraba con una aldaba, esta daba a un patio inmenso donde correteaba y me montaba en los arboles de cerecitas, ciruelas, también tenía mandarinas, limones, guanabanas, que delicia, y a un lado una manguera donde me gustaba beber agua de esa que viene amarilla, con un montón de minerales sin tratar. Dios mío que delicia, nunca me enfermé por cierto, andaba dando carreras descalza por todo eso y hasta la bodega iba así toda sucia en short y franelita, la bodeguita no quedaba lejos, casitas de paredes azules y verdes unas de bloques otras de barro y todas con luces amarillas y pocas cosas en la sala, todas sencillas, todas tan bonitas, esas callecitas que me llevaban al mercado, al cementerio, al hospital, al centro, me conocía ese pueblo como la palma de la mano sin vivir allí, genes dicen.
Te extraño, extraño esos tiempos, extraño esa tierra, esa arena, esas piedras, ese olor que aún hoy no olvido.
Cuándo ya iba llegando a ese pueblo mi corazón se aceleraba, no creo que mamá sepa lo que yo sentía, a mi si me gustaba ir a casa de la abuela, así el baño estuviera afuera, así tuviera que fregar montada en bloques y bañarme poniendo un paño para que no me vieran
No eras pobre abuela, eras honesta, eras trabajadora, ojalá estés bien y hayas reencarnado en alguien con mejor suerte y situación.
Que rudo todo cuando ya no ves las cosas con ojos de niña, sino con los ojos con los que ella me estaba mirando en ese momento. Te fuiste Joven y aunque mami dice que no pudo darte todo, ella te dio lo que pudo y como pudo y nunca te dejó sola. A mi madre le agradezco haberme enseñado a amar de esa manera..
No sabes abuela cuanto te extraño, como extraño tu casa, como extraño esos días.
Mi última vez fueron esos tres días, en el mes de enero, hace ya varios años, allí tuvimos tiempo de despedirnos, nos esperaste, según dicen estabas grave, antes que yo llegara te arrancaste todos los aparatos que tenías puesto, te encontré lucida sentada en la camilla del hospital, pudimos hablar, pude abrazarte, todavía te siento aquí en mi cuello donde estuviste abrazada a mi, nos dijimos tantas cosas, me dijiste que te dolía el alma y en ese momento no te entendí, ahora lo sé. Lo siento.
Hoy te recuerdo como siempre, sin dolor, pero aún se me salen las lágrimas.
Fue doloroso verte morir, en ese momento no entendía que mis idas y venidas a tu pueblo se acabarían, como se acaba todo cuando la matrona se muere, hace años no piso ese lugar que amo tanto, aunque no nací allí, lo siento como mi terruño, no soy guayanesa, soy caraqueña, criada en los llanos, pero solo Dios sabe lo que siento cuando pienso en Upata. Alli dónde fui muy pero muy feliz.
Mi historia es diferente a la de mi madre, pero ella te quería tanto que hizo que yo amara ese pedacito de tierra que hoy no es ni la sombra que dejaste. Gracias abuela por mecerme en tu vestido, por llamarme tu catirita adorada, por llenarme de amor, aunque todos dijeran que tenías mal carácter, si eras fuerte, regañona, pero a mi me amaste mucho y no recuerdo ni un maltrato tuyo. te amé y te amo aún, no se si regrese algún día a ese al que un día llamé hogar, pero aún abuela permaneces en mi corazón y mis recuerdos.
Dicen que si alguien te recuerda nunca mueres.
Es Enero … Ese mes donde te despedí.
Hola gente, ¡Feliz año! Empecé el año recordando, gracias. Vida, salud y éxitos para todos. Nos leemos.
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